La composición, el eje del universo de sentido

La  composición  corresponde a una intención y una planificación de recursos por parte del creador de una imagen.  En este sentido, puede seguir un plneamiento estratégico o puede experimentar un desarrollo intuitivo. Para el observador, la composición plantea un recorrido de lectura  a través de los signos de la imagen y en  este recorrido se genera la interpretación de lo que se ve no sólo gracias a la identificación de los signos niso también gracias a su disposición en el espacio.  En los dos casos, la composición en  una modo particular de acceso al conocimiento, de la imagen mental o de la imagen observada, en relación con referentes, contentidos, percepciones.

Para acercarnos al fenómeno, observemos los cuadros de Andrea Barreda, arista plástica de Bellas Artes, Lima, Perú.  Observemos en particular el tratamiento de la dualidad, en la interacción de las dos personas  que se definen como un doble eje en universo de sentido.  La dualidad armónica, en que los dos personajes están en permanente comunicación, complementándose, a través de una incompleta visión en el espejo ( con elementos parecidos pero  no idénticos)  y la dialéctica de lo abierto  - lo cerrado se ve reforzada por elementos integradores: el juego de ajedrez en el cual participan los dos personajes; los pájaros que aseguran el vínculo metafórico de los pensamientos; el pez de un lado, y su recipiento del otro, requeriendo su integración; las lineas de fuerza únicas, sea que se trate de un tablón o de una casa; los ritmos unicadores de paredes y suelos. 

 

En todos los casos  expuestos, la dualidad se da como una presencia que no excluye las tensiones pero cuya tendencia es unificadora.

Observemos ahora el otro desarrollo que puede observarse en la obra de la pintora, el desarrollo del personaje  único, de la individualidad expuesta. Es relevante que no se propone un eje único sino una interacción sujeto – objeto: el personaje interactúa con una puerta cerrada, con una caja abierta, con un pájaro, una taza, una lluvia de plumas. O con el espacio, transformado en objeto contenedor. En todos estos casos, la capacidad del objeto de funcionar como símbolo es importante, pues tiene que sustentar la interacción, ofreciéndose como un interlocutor para la necesidad del personaje de completarse.

 Un interés especial merecen las siguientes dos imágenes. ¿ Qué aporta la composición a la lectura de estas imágenes? Más que un diálogo sujeto –objeto, nos encontramos con el sujeto en un espacio en el cual y ante el cual reacciona de cierta manera. Pero, pese a la primera impresión, este espacio es el mismo portador de una información semántica, que entrará en un diálogo modelizador con el personaje. ¿ Cómo habría que analizar esta interacción ? Y ¡ con qué resultados?

Mihaela Radulescu