El proceso de producción de la significación desarrolla en
la imagen, a partir de una dimensión semántica (que se manifiesta en el
elección de los recursos que generan sentidos) y una dimensión sintáctica (que
ordena y organiza los sentidos en un conjunto significante), un proceso
dialógico que implica al observador para la interpretación de la imagen, como
en estos afiches polacos cuya construcción apela al simbolismo enfatizado
compositivamente para provocar la atención del observador y encaminar su
interpretación.
Cada imagen
es la materialización de un proyecto, que pretende llegar al observador con
determinados efectos. La escuela del afiche cultural polaco plantea una gran
diversidad de recursos para implicar y orientar en la generación de las
interpretaciones. Para ello, el afiche puede contar una historia, describir una
realidad, apreciar una situación, un objeto o a un personaje, argumentar para
convencer, apelar a la visión, a los conocimientos, a las creencias y emociones
de la gente para impactar, hacerla reaccionar, dejar una huella en su memoria.
Las operaciones pueden cruzarse en una misma imagen.
¿ Qué
recursos se emplean en las siguientes imágenes y qué efectos se consiguen ?
La
situación de lectura resultante
confrontará al observador con la selección / combinación de signos que remiten
a realidades y que centran la representación y significación en la dinámica de las interacciones del discurso generado
estratégicamente como diálogo de subjetividades, como en esta asociación
inédita de signos comunes.
El carácter
dialógico de las operaciones que se realizan en el acto dialógico de la
enunciación se estructura sobre la
naturaleza dialógica de la conciencia, sobre el papel activo del “otro” en el
proceso de la comunicación discursiva.
Entre las operaciones dialógicas podemos encontrar la narración, la
descripción, la explicación, la apelación, la argumentación, etc. Franciszek
Starowieyski, el cartelista polaco, usa, por ejemplo, la apelación como puerta
para una argumentación expresiva poética:
El diálogo
se apoya en la construcción de inferencias, a partir de la estructura
referencial de la imagen, para sustentar la producción de efectos de sentido.
Las inferencias derivan de la lectura de los elementos que diseñan la argumentación
discursiva, contenidos en la imagen y vinculados a la memoria cultural,
como en esta imagen de Macbeth convertido en la corona que lo obsesionaba.
Cada autor
reconstruye a través de sus obras la visión del mundo que lo caracteriza. Su
punto de vista es parte de la creación, aunque se realice a nivel de
intencionalidad (vocación implícita de representación de la realidad) o a nivel de intención ( vocación explícita de
representación ). Franciszek Starowieyski, por
ejemplo, desarrolla una estética de la carne/cuerpo/estado del ser que es una
constante en sus afiches:
En la apropiación de signos culturales, con su propia
trayectoria de significación, para la producción del macrosigno de la imagen,
se producen transformaciones de mayor o menor proporción en lo referente a
la significación. El reciclaje procede entonces a conservar constantes e
introducir diferencias.
Por otro lado, la intertextualidad establece una red
explícita de referencias con otros macrosignos, con intercambio de valores
simbólicos y funciona como un recurso de
interactividad que motiva y fundamenta la interpretación del observador.
Las intertextualidades
permiten no sólo el enriquecimiento con referentes que traen su propia
representación / significación, sino también el enriquecimiento de la
significación de la obra resultante, por incluir un diálogo con otra obra y a
través de ella con otra cultura.
Mihaela Radulescu / 10 de noviembre de 2014