La lectura de una imagen se hace en base
al modo en que se relaciona con
nosotros. Nos llama la atención, provoca nuestro interés, la comprendemos, nos
gusta o no, la recordamos. Para todos estos tipos de relación hay un marco de
acción trazado por los efectos de consumo, o los efectos sociales, que explica
a qué necesidad nuestra responde la imagen, a qué aspectos de nuestra
personalidad. Consideremos el comic, género visual narrativo, cuya relación con
el público no acata la tradición académica de los valores culturales. ¿Porque
nos gusta? ¿Qué nos gusta? Algunos comics van directo a la exaltación de
nuestra aspiración por la utopía. Los superhéroes o los héroes, son lo que en
nuestra imaginación somos, fuertes, decididos, poderosos y a veces generosos,
siempre entregados a causas importantes, salvar el mundo o una ciudad. El comic desarrolla en este caso una pragmática de los efectos utópicos, en marcos de
realización que varían y perfiles que varían también. En el caso de 300 de
Frank Miller, observamos la utopía de la comunidad de guerreros, que son/se
comportan/reaccionan como uno solo. Es interesante como gráficamente la idea de
unidad de varios se traduce en la composición gráfica.
Por otro lado, la resistencia del héroe solitario
frente a cualquier adversidad lleva en Sin City a un desarrollo utópico que no
exalta el valor sino nos enfrenta a la dificultad de tenerlo y mostrarlo, en
cualquier condición.
Algo parecido ocurre en Batman.
Los valores utópicos acompañan el
nacimiento de la existencia de muchos superhéroes, y se hacen cargo de su
relación con el público. ¿ Cuáles serían los que más satisfacen nuestro deseo
de ser mejores, de ser heroicos, de tener los poderes soñados?